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Argentina repite los errores del pasado

Ximena Neira Oehrens
Argentina repite los errores del pasado
La política del nuevo gobierno ha hecho girar dramáticamente a nuestro país hacia la derecha

16.01.2016

La política del nuevo gobierno ha hecho girar dramáticamente a nuestro país hacia la derecha.

En diciembre del pasado año 2015 cambió el poder. Como presidente de la República Argentina se hizo Mauricio Macri, antiguo Jefe de Gobierno de la capital, poderoso ejecutivo, egresado de la Escuela de Negocios de la Universidad de Columbia en EEUU , hijo de un prominente empresario italiano inmigrante cuya familia apoyó al régimen fascista de Benito Mussolini. Macri se postuló para las elecciones presidenciales por su partido Propuesta Republicana (PRO), de clara tendencia de derecha liberal, ganándole a Daniel Scioli, el candidato del Frente Para la Victoria, partido que lidera la hasta hace poco más de un mes Presidenta de la Nación Cristina Fernández de Kirchner, por medio de un ballotage. Parecería que esto pasó hace muy poco tiempo; sin embargo, en unas pocas semanas los nuevos poderes han puesto en marcha un auténtico schock de medidas antidemocráticas, represión y reformas antipopulares en la política, en la economía y en la esfera social. Y ya se puede ver que estas “reformas” son un intento de regresar a la Argentina a los tiempos de la dictadura de los años setenta y ochenta, cuando el poder estaba controlado por la junta militar derechista con economistas neoliberales.

El flamante gobierno de inmediato devaluó el peso argentino, depreciándolo en el mes de diciembre en un 40%. Esto sucedió después de que el nuevo gobierno de Argentina cancelara el régimen de restricciones a las transacciones de divisas, aplicado en el país durante la presidencia de Kirchner. El curso del peso en relación al dólar, que antes estaba en $ 9,82, alcanzó un valor de $ 14,70 a $ 15 por dólar. El colapso de la moneda nacional le interesa al gran comercio, pero la caída en el poder adquisitivo del peso es un duro golpe para el sencillo ciudadano argentino de a pie. El salario mínimo en el país ronda los $ 6.000; es decir, que de U$A 611 los ahorros de la gente se han visto desvalorizados a U$A 408, y ahora podemos comprar con nuestro dinero menos que antes. Es que los salarios -a diferencia del dólar- no han aumentado y los productos en el supermercado se han encarecido considerablemente debido a que el nuevo gobierno de inmediato canceló las restricciones a las exportaciones de productos agrícolas. Aquellas restricciones ayudaban a los peronistas a proporcionar alimentos relativamente baratos al mercado interno.

Después se anunciaron recortes en las prestaciones sociales y el despido de empleados públicos. Se anulan los subsidios estatales a la electricidad, la cual puede encarecerse debido a esto en un 700 %, ¡un record! Por la luz, el gas y el agua será ahora necesario pagar cada mes y no cada dos meses como antes. Por otra parte, el gas y el agua también serán significativamente más caros. Crecen los precios de la educación y los servicios de la salud. Pero a pesar de esto, el ministro de Salud Jorge Lemus, por razones puramente políticas, priva del derecho a la práctica médica a 380 médicos argentinos que recibieron educación gratuita en Cuba. La población vive sumida en el miedo porque nadie sabe con certeza cuánto van a subir los precios y si tendrán medios para subsistir porque el gobierno ha tomado la política de hacer crecer la desocupación, comenzando por reducir a gran escala los empleados del sector público, y los intentos de protestar contra el nuevo poder han sido salvajemente reprimidos.

En la ciudad de La Plata desde el principio del nuevo año despidieron a 4.500 funcionarios y miembros de cooperativas patrocinadas por el Estado, que trabajaban en la Municipalidad local; sus contratos terminaron el 31 de diciembre. El antiguo gobierno renovaba los convenios cada año; pero ahora los empleados fueron arrojados a la calle. La decisión sobre los despidos masivos la tomó el intendente de la capital provincial Julio Garro, miembro del partido Propuesta Republicana, perteneciente al liberal presidente de la Nación Mauricio Macri. El 8 de enero último acudieron al Palacio de gobierno local cientos de personas que habían sido despedidas, pidiendo que las reincorporaran a sus trabajos. Pero por orden del gobierno, la policía disparó con balas de goma contra una manifestación absolutamente pacífica. Unas veinte personas recibieron múltiples heridas, muchos fueron golpeados con porras y afectados por los gases lacrimógenos.

Cabe agregar que el fuego de la manifestación se abrió de repente, sin previo aviso. Los manifestantes no esperaban esto, ya que la anterior gestión solía relacionarse con los activistas sindicales por medio de negociaciones. Sin embargo, no hay duda que por este fuego injustificado nadie será castigado; el gobierno argentino avala plenamente las acciones represivas del intendente de La Plata y esto da motivos para pensar que las autoridades tienen la intención de suprimir de la misma forma cualquier oposición a los despidos, como lo fue en los días de la dictadura. Aunque las protestas van a continuar, porque sólo en la Provincia de Buenos Aires ya fueron despedidos 12.000 empleados. La vicepresidenta de la Nación Gabriela Michetti comunicó que “habrán regulaciones laborales similares en el Estado” y se van a llevar a cabo en todo el país, algo que puede dejar sin trabajo a cientos de miles de personas.

La política del nuevo gobierno ha hecho girar dramáticamente a nuestro país hacia la derecha. De inmediato se comenzó la rehabilitación de políticos desacreditados por haber participado en el poder durante la dictadura militar. Al mismo tiempo, el gobierno liberal se dispuso a ejercer presión sobre periodistas independientes que criticaban a Mauricio Macri ya entonces cuando era jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Así, Argentina suspende la participación estatal en el canal latinoamericano con sede central en Venezuela, TeleSur; y recientemente fue despedido el popular periodista deportivo y socio-político Víctor Hugo Morales, quien tiene una clara visión de izquierda. El mismo presidente muestra claramente sus ambiciones electorales desmoralizando a la población. Ya a los cinco días después de asumir el cargo de primer mandatario, Mauricio Macri nombró por decreto a dos miembros de la Corte Suprema, sin convocar a una sesión extraordinaria en el Congreso como exige la Ley.

A diferencia del gobierno anterior, el nuevo régimen tomó una línea dura con el apoyo de EEUU, dejando al descubierto una política agresiva criticando a Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua y Ecuador. A pesar de que los liberales argentinos de forma inmediata procedieron a reprimir las protestas callejeras en su país, Macri hipocritamente apoyó a la oposición derechista de Venezuela acusando al presidente Maduro de haber realizado represiones políticas. La canciller venezolana Delcy Rodríguez dijo que Argentina interfería en los asuntos internos de la República Bolivariana y apoyaba la violencia política de los extremistas de derecha.

Al mismo tiempo, con la esperanza de aumentar su popularidad entre el electorado nacionalista, el nuevo presidente reiteró los reclamos de Argentina sobre las Islas Malvinas, forzando a recordar la guerra que se llevó a cabo durante el período de la Junta militar. Además Macri, quien ha sido durante muchos años el dueño del popular Club de fútbol “Boca Juniors”, se comprometió a presentar la candidatura para organizar en la Argentina la Copa Mundial de la Fifa, a pesar de que esto presagia ser un gasto multimillonario, con altos costos imposibles de enfrentar para el país.

Desde el momento del cambio de gobierno, en Argentina ha pasado sólo un mes; sin embargo, la nueva gestión hace todo para demostrar una vez más que las derechas y los neoliberales de forma ubicua luchan por el poder bajo la bandera y consignas de la lucha por la libertad democrática, prometiendo mejorar la vida de las personas, comenzando de inmediato reformas antisociales durísimas y reprimiendo a sus oponentes. Lo que está ocurriendo ahora en Argentina, cayendo una vez más en sus viejos “errores del pasado”, es en este sentido una buena lección para los habitantes de América Latina y los países de la ex Unión Soviética. Exactamente de la misma manera como el reciente golpe de Estado en Ucrania.

Ximena Neira Oehrens

Buenos Aires, enero de 2016

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